A estas alturas todos sabes cómo empieza Temblor. Una niña pequeña es arrastrada por unos lobos sedientos de sangrrre al bosque mientras la chiquilla jugaba en unos columpios. Los lobos feroces jugan con su cuerpo con los dientes, haciéndola sufrir. Cuando Grace piensa que va a morir, ve unos ojos amarillos que la miran... La miran, pero no es una mirada de un animal salvaje sediento de sangrrre. El lobo de ojos amarillos la salva de los demás lobos. El lobo. Ojos amarillos.
Los años pasan y Grace va creciendo, ahora es una adolescente, casi una mujer. Pero Grace no olvida esa escena que ocurrió hace tantos años. Unos ojos amarillos que la observan desde el bosque que se adivina desde la cocina de su casa. El lobo la observa, ella observa el lobo... Y así todos los inviernos desde el incidente. Su lobo desaparece cuando el calor del sol hace derretir la nieve.
Grace seguía apoyada en mí, entre mis brazos. Estaba cubierta de harina, tan irresistible que ansié quedarme a solas con ella con una intensidad dolorosa, allí, en aquel preciso instante. Estiró un brazo y señaló con gesto perezoso el libro de recetas que estaba abierto sobre la encimera; estaba como ida, borracha por mi olor.
Sin embargo, en primevera y verano, Sam es Sam. Ese chico con pelo de emo y los ojos amarillos puede ser él mismo. Cuando las temperaturas bajan (oh, bendito invierno) Sam cambia completamente. Se transforma en lobo. Pero aunque Sam ya no sea Sam, sus ojos son los mismos.
Grace y Sam se conocerán, por fin. Los dos llevan años viéndose entre la nieve y los árboles, pero ahora.... Oh, ahora es distinto. Grace podrá disfrutar de Sam, de sus ojos amarillos, de su olor almizclado, de su personalidad tímida, de su inocencia, de Sam. Sólo de Sam. Él podrá disfrutar de la piel de Grace sin el pesado pelaje de por medio, de cocinar con ella, de recogerla en coche, de colarse en su habitación todas las noches, o mejor dicho, de vivir allí, con ella, entre esas cuatro paredes. Oh, el amor.

Más cosas buenas de Temblor. La pluma de Maggie Stiefvater. Esta mujer describe los sentimientos de los protagonistas de una manera tan precisa y, por supuesto (lo diré mil veces mientras hablo de Temblor) BO-NI-TA. Si no quieres leer un libro de amor, amor, y más amor un tanto empalagoso pero dulce como la miel, Temlor no es tu libro. Sin embargo, si te gusta el amor con problemas que conciernen a criaturas fantásticas, debes tener este libro entre tus manos a la de ya. ¿Temblor? Una joya. Y Sam. Sam. Sam. Sam. Sam...
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