Sipnosis:
Walid, un ambicioso príncipe árabe, desea ganar un certamen de poesía, pero nunca lo logra. Siempre vence el mismo contrincante: Hammad, un humilde tejedor de alfombras que ni siquiera sabe leer y escribir. El príncipe encuentra una manera de premiarle y castigarle a la vez: le nombra historiador real y le obliga a poner al día el archivo de palacio.
(Yo lo leí con esta portada, aunque me parece más bonita la que pondré más abajo).
Me ha costado más de lo que me cuesta normalmente hacer la opinión personal, porque es uno de esos libros que, por mucho que te cuenten, no importa mucho. La magia está en leerlo y perderte en sus páginas.
Al leerlo, sobre todo al principio, te entran ganas de poder escuchar las hermosas casidas descritas en sus páginas. Acompañas al Rey Errante por su aventura cruzando los desiertos para salvar su deuda. Vemos cómo una vez tras otra, el destino decide recordar al protagonista su misión. Además de ser muy entretenido y fácil de leer, contiene una valiosa enseñanza, el futuro es algo que uno mismo se forja.
Shunsui Kyoraku ^^
ResponderEliminarGracias, Sara, pero en cuanto cierre la ventana se me olvidará xD Pero intentaré recordarlo.
ResponderEliminarShunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku, Shunsui Kyoraku....