
Es Halloween, y mientras los chicos adolescentes normales ven películas de miedo agazapados en el sofá de sus casas, Hector la pasa disfrazado con una capa (simulando ser un vampiro), llamando casa por casa para conseguir dulces, y todo lo hace por su hermana pequeña, Sarah. Obviamente, esta situación no le gusta nada a nuestro adolescente, se cabrea con su madre, su madre se cabrea con él y en fin. Ocurre lo típico, Hector sale corriendo hacia su habitación, enfadado y dando un sonoro portazo.
Pero lo que Hector no sabe es que es la noche de Samhein, y que un hombre ceniciento, raro, encorvado y que fuma una extraña "pipa" vaga por la ciudad buscando la cosecha de ese año, acompañado por chaquetas... Chaquetas voladoras. Y lo que Hector tampoco sabe es que el extraño hombre, Denéstor Tul, irá a su habitación, le dirá que se vaya con él, que es especial, que vivirá muchas aventuras en un lugar llamado Rocavarancolia, que le necesita. Y, cómo no, Hector accede. ¿Os suena de algo? A lo mejor la "pipa" tiene algo que ver, pero eso no importa. Lo importante es que Rocavarancolia le necesita.
-Qué historia más triste... -exclamó Lizbeth.
-Todas las historias son tristes -señaló Bruno y su voz desapasionada hizo aún más rotunda esa afirmación.
-¿Todas? ¡¿Pero qué dices?! -exclamó Lizbeth-. ¡No! Hay historias alegres. Y muchas, muchísimas, tienen final feliz.
-No -replicó-. No las hay. No hay historias alegres. No existen los finales felices. Es mentira. Son espejismos. Esas historias a las que te refieres están incompletas. No te cuentan la última parte. No te cuentan que siempre, al final, todos mueren.

Pero este año, la cosecha de Samhein ha sido más productiva que nunca. Doce han sido los niños conseguidos por Denéstor Tul. ¿Qué tienen que hacer Hector, Marina, Marco, Natalia, Alexander, Maddeleine, Bruno, Lizbeth, Adrian, Ricardo, Rachel y el último, que nadie sabe dónde se ha metido, ni siquiera si está vivo? Pues ni ellos mismos lo saben. El primer día, después de haber despertado en esa horrible ciudad, aparece una horrible mujer que les cuenta cosas horribles. Nada más y nada menos que la ciudad, Rocavarancolia, intentará matarles. Y que lo único que tienen que hacer es seguir vivos hasta que salga la Luna Roja.
Los once chicos deciden ayudarse entre sí, para protegerse y seguir vivos. Pero Rocavarancolia es implacable. La ciudad, en ruinas, necesita un nuevo rey porque el anterior se volvió loco. Y el que sobreviva (cosa que nunca había pasado), será el nuevo rey de Rocavarancolia.
¿Por qué es tan peligrosa Rocavarancolia? ¿Qué ha pasado con el último muchacho? ¿Cuándo saldrá la dichosa Luna Roja? ¿Qué quieren los miembros del Consejo? ¿Qué peligros se encuentran tras las brumas negras? ¡Samhein, Samhein, Samhein!
Hay momentos en los que se echa en falta acción, pero al ser la primera parte de una triología, se espera en las siguientes entregas. Y tanto que esperaré, porque me ha encantado. Es una novela fantástica catalogada como juvenil, pero yo creo que le puede gustar a cualquiera, independientemente de la edad y el sexo. Es original, llena de emociones, de fantasía pero sin olvidar lo real, de misterios, de intrigas, de sorpresas...