Contra el viento del norte, Daniel Glattauer

Empecé a leerlo recelosa. ¿Un libro que consta sólo de e-mails? Extraño asunto. ¿Cómo vamos a saber que lo que dicen Emmi Rothner y Leo Leike es verdad? Todos sabemos que Internet proporciona bastante anonimato, cosa que en ocasiones no es agradable. ¿Quién me garantiza a mí, lectora del señor Glattauer, que el irónico y adorable Leo no es Leonildo, un sesentón ávido de aventuras con jovencitas? ¿Y quién me dice a mí que la fuerte y reservada Emma no es una quinceañera conociendo peligrosamente a un desconocido? ¿Quién, eh? ¿Quién? Emmi Rothner y Leo Leike.

Ocho minutos después

Fw:

Ese mensaje ha sido más hiperventilado que escrito, ¿verdad? No necesito saber qué aspecto tienes si me das semejantes respuestas, Emmi. Ya te imagino. Y para eso ni siquiera hace falta dedicarse a la psicología del lenguaje. 

Leo

Son capaces de conocerse, psicológicamente, sólo intercambiando correos electrónicos. Sin embargo, no conocen su aspecto físico, ni su edad, ni sus ideales, ni sus relaciones o no relaciones, ni sus pasados ni sus presentes.

Todo empezó con la letra e que se coló en el destinatario del mail que enviaba Emmi a la revista Like, quedando como Leike, el apellido de Leo ♥. Ese. Ese fue el principio de una de las más bonitas historias, de amor o no, que he leído en mi vida.

Tenia miedo de que me sonase falsa su historia. ¿Cómo van dos completos desconocidos a mandarse correos bastante personales a partir de un inocente error? No sé, no imaginaba cómo podía parecer verosímil una cosa así. No pude estar más equivocada. Todos y cada uno de los mails puedo haber sido enviado por cualquiera de nosotros. Emmi y Leo son personajes humanos. Tienen tres, casi cuatro, dimensiones. Parece que en cualquier momento te puedes cruzar con ellos por la calle.

Glattauer tiene mi admiración en el bolsillo. Las e-mails están cargados de sentimiento y de humanidad. Es complicado hacer de un correo algo espontáneo, pero sin embargo, con una copa de vino tinto o de whisky al lado, todo tiene un tono distinto. ¿Lo único malo? El final. Señor Glattauer, al igual que tiene usted mi admiración, se merece la peor de mis miradas por dejarnos así. ASÍ. Con ESE e-mail...

Sin embargo... Recordad que una letra puede cambiar todo tu mundo.

Puntuación:

***

Siento una reseña tan corta y sin sustancia, pero es que no quiero decir nada sobre lo que ocurre, se perdería la maaagia... ¡¡Y YO TODAVÍA SIN CADA SIETE OLAS!!